top of page

RUTINA, RUTINARIO, RUTINARIAMENTE… “EL NIÑO DE LOS COLORES”


ree

[…] El tiempo transcurrió anodino, rutinario y aburrido, como transcurre cuando la vida no nos ofrece más que una sucesión de días clonados, sin más quehaceres que lo que toca y debe hacerse. Por más contradictorio que parezca: los días se alargan y, sin embargo, el tiempo pasa más a prisa de lo deseado. Toma velocidad de crucero y ya nada lo detiene. […]

[…] Ya nada sería igual. Una ausencia no se tapa con una nueva presencia. Sólo el tiempo hace que aquélla deje de estar presente sin estar ausente del todo. Nos aferramos a ese paso del tiempo, llenándolo de cotidianidad y rutina, de costumbre periódica, de quehaceres diarios, de obligaciones y deberes repetitivos, de apáticos días desganados que, por hábito, llamamos normalidad. Una normalidad quebrada por un suceso atípico, casual, inesperado, lleno de anormalidades. […]

[…] Los días de por sí, son, en el mayor de los casos, una sucesión rutinaria rayana al aburrimiento que desfilan ante nuestra vida, si es que no le ponemos remedio. Y cuando se está convaleciente por accidente, enfermedad o cualquier otra causa, más aún: son anodinos, demasiado cercanos a lo insoportable. […]

[…] Se alegró de reencontrarse con la rutina melancólica de las jornadas escolares, de volver a sus quehaceres diarios aunque fuese a costa de madrugones insoportables, de encararse nuevamente con todos esos rostros conocidos, vistos y revistos centenares de veces, de oler el frescor matinal y el saturado del aula, de ignorar las protestas y amenazas siempre por cumplir de Toni por sus tardanzas mañaneras, la entrada suave y escalonada y la salida a gritos y empujones, las risas y sonrisas, los saludos ingeniosos y despedidas formales; las miradas, algunas provocadoras, otras delatoras, unas cuantas cómplices; las más, indiferentes, inocuas… y las enamoradas como las de Angie que, más que mirar, besaban… Ahí estaba, esperándolo asomada a la ventana, recibiéndolo con sonrisa de labios ansiosos y mirada de ojos amorosos. […]

[…] – ¡Verás hijo!… nos aferramos demasiado a la cosas, reducimos nuestra existencia a lo anodino de la rutina porque, de ese modo, evitamos tomar decisiones y así poder tener el control de nuestra vida, pero nada más lejos de la verdad: nadie conoce lo que nos depara el futuro, ni siquiera el inmediato… todo lo que nos sucede está, en realidad, en pasado, el presente no existe y el futuro aún está por determinar… Tú no volverás a soñar con esto, ni volverás a vivir esta noche, como tampoco sabes que te ocurrirá mañana, ni cómo acabará este sueño…[…]

[…] Vuelta al cole. Y con ella a la normalidad. A la tan denostada rutina. A lo anodino de días sucesivos prácticamente clonados, pero que sin embargo abrazamos con más gozo de lo que nos atrevemos a reconocer. Ella nos ayuda a saber quiénes somos, lo que hacemos y por qué estamos aquí. Nos marca la pauta a seguir, el paso a dar y el ritmo que más nos conviene. Sin ella nos sentimos abandonados, como perro sin amo, no sabemos ni encontramos en qué ocupar nuestro tiempo, porque nos arrebata nuestra costumbre, porque se sale de lo habitual, porque hace que vaguemos por lo desconocido y lo desconocido nos da miedo.

Y Marc decidió sumar una rutina más a su quehacer. […]


Euskadi-Galiza, xaneiro 2015.

Comentarios


Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
bottom of page