top of page

«CARTAS DESDE GALIZA»

ree

Mi Muy Querido Amigo.


      Para no perder la costumbre, vuelvo una vez más a llegar tarde. Y no me disculparé por ello. Sinceramente, ¿de qué me iba a servir? Las disculpas, Querido Amigo, son como las opiniones, o como los culos, si prefieres, cada cual tiene las suyas. Pero no te escribo para disertar sobre disculpas, opiniones o culos, sino para felicitarte para lo que sea tenga que felicitarte que, aparte de tú y yo, a nadie más le importa y, de paso, mantener en la medida de lo posible una conversación, negro sobre blanco, entre iguales, pues esta condición es la que mide la auténtica amistad por más que esta charla aparente partir de dirección única: no importa, nuestra igualdad nos impone decirnos algo parta de donde parta.


      Todavía, Amigo Mío, no has alcanzado esa franja de edad que yo, en un intento de querer hacerme el gracioso sin conseguirlo – pues la «frase» nada de gracia tiene (yo diría más bien que podría encasillarse a medio camino entre el morbo y una invitación a lo siniestro) – encuadro entre los ochenta y la muerte. En mi descarga debo señalar que la «frase chistosa» no es mía, sino que es una de las tantas oídas que sin ton ni son pululan por ahí sin sentido y muy mal gusto, por más que a quien se le haya ocurrido le parezca de lo más graciosa. Pero, en fin, lo que dicen que cuenta es la intención, y la mía, Amigo Mío, como bien sabes, es de las mejores. No solo deseo que superes, y con creces, esa franja que nos marca la edad, sino que la disfrutes con plenitud rodeado de los tuyos y, conociéndote un poco, si en ese exclusivo y reducido grupo me incluyeras, además de satisfacerme, sería todo un honor.


      Podría, tirando del hilo de las frases graciosas de dudoso gusto, mencionar aquella que desea larga vida a quien vaya dirigido el deseo, pero que, de no cumplir con lo deseado por ausencia, no sea por falta de quien formule el deseo, sino de a quien una larga vida se le deseó. Nuestra ventaja, Mi Querido Amigo, es que «nuestra higuera» será testigo mudo de nuestras ausencias sin nunca renunciar a nuestras charlas bajo su sombra. Esas charlas tan enriquecedoras que solo brotan entre iguales y de la semilla de la amistad.


      Hay, cómo no, muchas frases por el estilo ya expuestas, que sería largo y tedioso enumerar y, convendrás conmigo, pasarían de lo «gracioso» directamente al peor de los malos gustos. Y nosotros, Amigo, puede que tengamos un sentido del humor un tanto peculiar, pero nunca de mal gusto. Reírse de uno mismo, del miedo y de la misma muerte es, a mi juicio, como le ocurre al soliloquio, un síntoma de inteligencia. Esto último, en todo caso, concuerda más contigo que conmigo.


      No quiero entretenerte más, y menos aburrirte con mis pseudos elucubraciones filosóficas que, como suelo advertir, debes cuidarte de no hacerles el más mínimo caso, pues mi intención no puede mostrarse más obvia, siendo esta la que me motivó escribirte por el motivo que solamente a ti y a mí nos concierne y que, por más que este pudiera darse entre los ochenta y la muerte o que faltara quien faltara en el deseo, lo que cuenta, Amigo Mío, es nuestra amistad, porque esta, al igual que «nuestra higuera» nos trascenderá.


      ¡Felicidades, Carlos!

Tu amigo.

rpm ‘25

 

Fornelos, maio 2025.


Comentarios


Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
bottom of page