«CARTAS DESDE GALIZA»
- RUBENS PINTOS MARTÍNEZ
- 6 may 2024
- 3 Min. de lectura

Mi Bien Estimado Amigo.
Nuestra higuera, amigo mío, hablará de nosotros…
Eso espero… Por ejemplo, contará lo extrañamente olvidadizo que soy. Y no tengo defensa, pues a mis múltiples olvidos y despistes cotidianos me remito. El de hoy es uno más o, mejor dicho, es un parche, una metedura de pata más cometida por mi incompetente y frágil memoria que, para más inri, no tiene visos de mejora, sino más bien todo lo contrario, pues la edad viene a sumarse como un hándicap más a la misma. Me había hecho a la idea – a saber por qué torpe razón – de que tu cumpleaños caía en 5, y no en 4 como así es lo correcto. Mi torpeza es todavía más grave, si cabe, teniendo en cuenta la multitud de soluciones que los tiempos actuales brindan para la evitación de los olvidos, despistes y análogos.
Auto-flagelado, cometida y asumida la culpa, esta me sirvió de excusa para dedicarte estas pocas líneas fuera del margen temporal correspondiente, pero ya sabes aquello que dice que vale más tarde que nunca, lo que me permitirá, estoy seguro, ser exculpado ante tus ojos. Cosa fácil de obtener, pues me consta que el rencor no figura en tu catálogo de conducta. Bien al contrario: en no pocas ocasiones tu perdón superó con creces tu capacidad para el olvido. Y no lo tomes con un halago hecho con visos a ser perdonado o el que se adjudica por aquello de las convenciones sociales que nos obligan a dorar la pídola como en días, como ha sido para ti, el 4 de los corrientes. A estas alturas de curso, amigo mío, estarás de acuerdo conmigo que las convenciones, de la índole que sean, nos la traen al pairo.
De eso también hablará nuestra higuera… De eso y demás cosas que nos quedan por hablar tú y yo, que tal vez no lo hagamos a la sombra de ella, pero que ella sí recogerá bajo su manto. Nos sobrevivirá, no lo dudes, y espero y deseo que quienes a ella se aproximen y hablen mismo a su sombra, recuerden que antes que ellos, dos amigos hablaron de lo mismo de lo que ahora hablan y que, tal vez, la higuera se lo recuerde en forma de sugerencia. O puede que de eso nada ocurra, y que la higuera se seque y muera, pues los tiempos que se avecinan son poco dados al optimismo, un asunto que, tú y yo, amigo mío, con la mesura que nos proporciona el conocimiento en la materia, hemos debatido en más de una ocasión. Y si así fuera, entonces, espero y deseo que lo que fuimos la higuera y tú y yo, volvamos a reencontrarnos en algún lugar con sombra de cualquiera de los muchos rincones del universo, siempre y cuando, claro está, que aquella siga existiendo. La sombra, me refiero.
No quisiera que lo último expuesto sea motivo de desesperanza, pues esa no ha sido mi intención, ni tampoco mi deseo. Tan solo he expresado mi punto de vista sobre lo que creo poco debate tiene. Es más que probable que la higuera nos sobreviva, pero la pregunta es, ¿cuánto? Y todavía más: ¿morirá cuando le toque morir, o la matarán?… Ya ves, comencé este párrafo intentando mejorar – en cuanto esperanza y optimismo – el anterior, y me temo que acabo de empeorarlo. Sé, amigo mío, que sabrás disculparme.
Lo tengo reseñado en más de una CARTA: no hagas demasiado caso a mis elucubraciones pseudo filosófico-científicas, pues me conoces lo suficiente como para saber que cuando empiezo a disertar, no tengo freno. Y lo que es peor, son disertaciones mayoritariamente hechas desde el corazón y no de la razón, lo que suele restar casi siempre contenido y continente a las mismas. La verdadera razón por la cual escribo estas CARTAS es para poder charlar de forma escrita, de cuando en vez, con alguien que de verdad me importe, como es tu caso, aunque con retraso.
¡Felicidades, amigo mío!
rpm ‘24
Fornelos de Montes, mayo 2024.
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