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«CARTAS DESDE GALIZA»

Actualizado: 23 abr 2024


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Mi Muy Amada Hija.

 

      Todavía hoy, mi capacidad de asombro me sigue asombrando, como el hecho de que por esta vez me he adelantado, yo que siempre me retraso. A pesar de todo, mi asombro nada tiene de extraordinario, lo sería si no fuese así, pues desconfía de aquel que afirma que está a la vuelta de todo, al cabo de todo. Asombrarse es seguir aprendiendo, es seguir viviendo.

 

      Me asombro, por ejemplo, toda vez que te veo, viendo la mujer en que te has convertido... Disculpa, prefiero usar más bien, la persona en que te has convertido. Es mucho mejor, concertó y conciso si queremos apuntarnos a la moda de la prostituida igualdad, pues esta, siguiendo al sabio, solo puede darse entre iguales. De ahí mi asombro cuando nos quieren hacer ver que todos somos iguales. Pero dejemos este asunto a un lado, y hablemos de algo menos aburrido, como, por ejemplo, tú, porque a ti es a quien escribo.

 

      Me asombra tu capacidad de lucha, tu fortaleza; tu capacidad de renovarte a cada desfallecimiento; tu inteligencia para sortear los obstáculos que la vida, como trampas, te ha ido y te va tejiendo; tu entrega a tus principios innegociables y la entrega a los tuyos; tu saber estar en todo y en cada momento; tu amor por tus incondicionales; tantas y tantas virtudes que me sería imposible exponerlo en una única carta. Debería resumir, seguramente, que me asombras por ser como eres. Quisiera, desde mi vanidad de padre, pensar que algo he tenido que ver en ello. Como puedes comprobar, mi amor por ti me ciega y probablemente no me deja ver esas pequeñas cosas tuyas, que todos compartimos, por ser menos amables.

 

      Pero hay más cosas que me asombran, y debes excusarme si no todas son en referencia a ti y a tu persona. Apenas nuestros aniversarios se separan una semana y yo voy primero, por lo que es bastante fácil deducir que hace pocos días estuve de cumpleaños. Y te puedo decir que las muestras de cariño que he recibido me siguen asombrando. Todavía sigo sin comprender como hay tanta gente que sigue amándome. Esto es comprensible si nos atenemos a los míos, a los nuestros, pues me confirman, me confirmáis, vuestro amor a cada instante, desafiando mi capacidad de asombro. Lo que no logro comprender o, al menos, me cuesta, es ver como gente que apenas me conoce, no digo que me ame, sino que me admira.   

 

      Sé que estoy siendo algo egocéntrico, no dedicándote íntegramente esta misiva, pero no quiero dejar pasar la ocasión para contarte, si no te lo he contado aún, una breve anécdota que me ha sucedido no ha mucho, aquí, en Fornelos de Montes. Y quisiera dedicar, si me lo permites, estas breves líneas a la auténtica protagonista del sucedido. Es «seguidora» mía y me lee. Con eso sería suficiente para mi asombro. Lo que de verdad me fascina es que le gusta lo que escribo, y me lo hizo saber en plena calle al salir de comprar el pan. Y no solo eso, me dio las gracias, me dijo, por saber yo escribir tan bien. ¿Te lo puedes creer? Se llama Geli Carrera. Es de aquí, de Fornelos, y espero que no se moleste por nombrarla. ¿No es asombroso? A la que debo dar las gracias, es a ella por «seguirme» y, sobre todo, leerme. Gracias, Geli.

 

      Te confesaré que lo que he contado, era mi intención relatarlo en otra misiva. Una, concretamente, dedicada a mí que tenía prevista escribir por mi aniversario. Pero la pereza y el oportunismo, bajo el pretexto de ahorro de tiempo y esfuerzo, me han convencido plasmarlo negro sobre blanco en esta ocasión. Sé que sabrás disculparme, pues en el fondo estas «CARTAS» que de cuando en cuando vengo publicando, no son más que una excusa para expresar, torpe y quizás innecesariamente, mis pocas interesantes reflexiones, como lo es, en esta ocasión, hablar de mi capacidad de asombro.

 

      Te dejo, asombrado, por los años que cumples, pues no ha tanto tiempo que todavía te sostenía entre mis bazos y te cantaba desafinadamente con amor de padre: «Serra, serra, serra, eu serro na porta e ti na cancela…». Como nos asombra el tiempo, ¿verdad, hija?

 

      Feliz cumpleaños, Almudena. Tu padre que te quiere.

 

rpm ‘24

 

Fornelos de Montes, marzo 2024.

 

P.D.: Tu madre me ha oído cantar y se acopló a mi canto con sus mejores deseos de felicidad.

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