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«CARTAS DESDE GALIZA»

Actualizado: 23 abr 2024


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Mi Muy Querido Hijo.
 

      De nuevo, un año más, encarando el folio en blanco e intentar decirte algo que te parezca interesante. Reto nada sencillo teniendo en cuenta quien escribe, pues aunque este hábito se haya ya instalado como una costumbre, no por ello se tornó más fácil de efectuar. Te confesaré que, pocos días antes a los que me propongo decirte algo, se me ocurre unos cuantos temas sobre los que versar, mas, llegada la hora de plasmarlo en lenguaje escrito, me atoro, y nada acude a rescatarme de mi embotamiento mental. Nada, por otro lado, excepcional, pues mis células grises dan para lo que dan.

 

      Podría, cómo no, explayarme en banalidades tales como el tiempo – el tiempo meteorológico, me refiero – o el fútbol, por solo poner este par de ejemplos, pero creo sinceramente que explayarse, en esos temas, no es el mejor de los verbos empleados. ¿O sí?, pues tendemos a pensar que hablar de meteorología o de fútbol es un acto que poco más sirve para, lo que todos entendemos, romper el hielo. Una expresión, esta última, que si me permites, sería un buen tema sobre el que podría explayarme más intelectual e interesadamente, si poseyera la sabiduría y el suficiente conocimiento sobre la procedencia de dicha expresión. Sin embargo, aunque ninguneados la meteorología y el fútbol, éstos no se quedarían cortos a la hora de explayarse con respecto al rompimiento del hielo. Y lo ilustraré con los debates, contraste de opiniones e información que tú y yo mantenemos y compartimos sobre asuntos balompédicos y meteorológicos, toda vez que queremos mantener una conversación de enjundia.

 

      A quien por casualidad, o por razón de la diosa Fortuna, esto lea, pueda que le parezca banal y poco sustancioso este modelo de conversación entre padre e hijo. Me río, como seguramente lo hagas tú, pues me resulta incomprensible que alguien pueda creer que, hablar de fútbol o meteorología, no esté a la altura de lo exigido. De ello no discutiré con él o ellos – ella o ellas, perdón, siendo inclusivo y políticamente correcto (que nadie se me ofenda) –, eso, hijo mío, lo dejo para nosotros, pues bien sabemos tú y yo cuanto nos decimos hablando de esas banalidades. Lo que, esos o esas, no tienen en cuenta, por ignorarlo, la de veces que nosotros dos conversamos sobre todo tipo de asunto o tema, profundo, ligero, trascendente o trivial, pues nunca a nuestra conversación le hemos otorgado cortapisa alguna, esta solo la ha regido una norma: la libertad.

 

      Ya ves, a pesar de llegar tarde y no encontrar tema de conversación, fui a toparlo entre sol, lluvia, rayos y truenos; y pases, saques de esquina y goles. Todo común, insustancial. ¿De verdad nos vamos a creer que todo lo común es insustancial? Lo dudo. Nosotros, hijo, seguiremos hablando de lo nuestro como siempre lo hemos hecho, pues, en mi caso, es uno de los placeres de mi vida: hablar con los míos. Me consta que esta vía es de doble sentido. Y si algún día no tenemos de qué hablar, nos quedará siempre el fútbol y el tiempo – el meteorológico, claro – porque de los demás ya sobradamente hemos tratado. Puede que esta sea con la dificultad con la que me tropiezo en el folio en blanco cuando pretendo dirigirte algo sustancioso por escrito, tal vez sea porque ya hemos hablado tanto de todo que poco queda para la escritura. Pero no desfallezco, y seguiré hablándote y escribiéndote y, como bien has adivinado, aunque solo sea de lo que tú y yo hablamos.

 

      Bueno, por hoy y con esta, no me queda más que contarte, simplemente, por ser tu aniversario, felicitarte por el mismo, y que sigas cumpliendo muchos más y que yo pueda seguir hablándote.


      Felicidades, Bruno. Hablamos.


Tu padre que te quiere.

 

rpm '24

 

Fornelos de Montes, xaneiro 2024.


 

P.D.: Tu madre se adhiere a las felicitaciones y te manda besos, besos, besos…



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