«CARTAS DESDE GALIZA»
- RUBENS PINTOS MARTÍNEZ
- 4 mar 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 jun 2023

Mi Muy Querida Hija.
Tal como te lo advertí en nuestra última conversación telefónica en la que te felicitaba por tu cumpleaños, que fue ayer, hoy me puse a escribirte y dedicarte unas pocas palabras, como vengo haciendo en estos últimos tiempos con todo aquel y aquella que de algún me importa, y mucho. Tú, desde luego, estás entre ellos, y eres de las que más importan.
No te haces a la idea de lo mucho que significó para mí – y sospecho, mejor dicho, tengo la absoluta certeza de que a mamá todavía más – tu dos últimas «visitas». Primero, por el placer de poder verte y hablar contigo físicamente, segundo, por el momento en el que fueron hechas. Visitas demasiado breves, para mi gusto; pero intensas por, repito, el momento. Y no un momento cualquiera, sino de los que de verdad importan. Esos que marcan quién es cada cual. Has venido en los momentos, dos en este caso, que más importa a apoyar a quien más importa. Por lo menos a la que más importaba en esos momentos. Lo cual, te honra, además de reafirmarte ante mis ojos como la mejor hija que padre alguno jamás tuvo ni tendrá. Sé que nada tienes que demostrarme, pero necesitaba decírtelo.
No soy un ingenuo, y en nada me equivoco al afirmar que miles o millones de hijas habrán hecho lo que tú has hecho, y puede que hasta más, por lo que también miles o millones de padres se sentirán orgullosos de sus hijas. Pero yo te escribo a ti, y a ti es a quien debo decírselo. Te lo he dicho incontables veces, pero sirva esta como la enésima para repetirte lo orgulloso que me siento de ti. Que me siento de todos vosotros, mis hijos.
Todo se mide en comparación a. A partir de una referencia. Miro a mi alrededor, comparo con lo que me toca, con el mundo y el nivel en el que vivo, y no puedo estar más orgulloso de mis hijos. Pero como hoy te toca a ti, debo decírtelo a ti. El gesto que has tenido con tus «visitas», fue, aparentemente, sencillo. Puede que sencillo, pero nunca simple, porque la simpleza es lo que menos adorna tu persona. Tu gesto es grande, con una simple disculpa, todos te hubiésemos excusado. Pero tú no puedes engañarte a ti misma, va en contra de tus principios y siempre has sabido priorizar. Con una cabeza tan bien amueblada como la tuya y un corazón siempre presto a dar, es normal que eso se produzca. Y no es cosa baladí, solo los espíritus nobles se comportan de ese modo.
Como has podido ver, me mueve más la emoción, y la misma pasión, que la razón. No puedo evitarlo, y menos contigo – con vosotros –, soy tu padre, un ser imperfecto que no cabe en sí de gozo por tener la fortuna de disfrutarte como hija. Sí, no digo tenerte como hija, digo disfrutarte como tal, porque nada hay más dichoso que sentirse orgulloso de lo que crees, vanidosamente, has creado y, si no tanto, has moldeado. Quiero pensar que así es, pues no de ser así, habría fracasado como padre.
Espero y deseo que tu próxima «visita» no sea «forzada» por las circunstancias y, si lo son, que no sea por causas que, aunque sean inevitables, nadie quiere que ocurran. De ahí el valor de tus dos últimas visitas.
Me despido, no sin antes felicitarte por tu aniversario. De una Dama, jamás se dice la edad.
Felicidades, hija mía, tu padre que te quiere.
Fornelos de Montes, marzo 2023.
rpm ‘23
P. D.: Mamá se suma a las felicitaciones, y participa del mismo orgullo que yo y por las mismas causas.
Comentarios