«CARTAS DESDE GALIZA»
- RUBENS PINTOS MARTÍNEZ
- 8 may 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 feb 2023

Amigo Mío.
Todo parece indicar que me he olvidado de ti. A pesar de ello, debo reconocer que poco he hecho para que tal indicación no sea cierta. Sin embargo, nada más lejos de la realidad porque, olvidarme de ti me es imposible por falta de querencia. Los motivos por los cuales te escribo cuatro días después, no se deben al olvido o la falta de tiempo, ni pueden adjudicársele a mi afamada mente despistada. Son las circunstancias que, por más que lo intentamos, acaban imponiéndose más de lo que nos gustaría. Ya lo decía el sabio, somos nosotros y ellas.
Te conocí embestido de autoridad en una calle de tu pueblo de nombre pío, mientras esperaba por dos de las tres mujeres que más han significado en mi vida. Con el tiempo, una de ellas tendría análoga significación para ti. Facilitó el que te manejaras con más soltura de la esperada en la lengua de Diderot, D'Alembert y demás enciclopedistas que yo guardaba todavía fresca en mi memoria. Por entonces, me gustaba departir en mi lengua materna. La añoraba del mismo modo que añoraba a sus gentes. Ignoro si fue también cuando tú te fijaste en mi hermana. De lo que sí estoy seguro es que en esos encuentros fortuitos y amenas conversaciones en francés nació nuestra amistad. Una amistad que ha perdurado hasta el día de hoy.
Por ser demasiado osado, no la compararé con la relación entre mi hermana y tú. Entre otras cosas porque ella se convirtió en tu mujer. Y la has hecho feliz, lo mismo que me lo has a mí. Y no solo eso, sino que por nuestra amistad podía apostarse a caballo ganador, lo vuestro, sin emabrgo, fue toda una carrera de obstáculos ganadora contra todo pronóstico. Desde que intuyera algo, que oyera cosas, un día con la mente algo de más ahogada en alcohol, te sinceraste conmigo y me confesaste tu amor por ella. La bebida y mi olvidadiza mente me hicieron hablar como «une vache suisse» y te llamé «menson». Estaba algo molesto, por no decir enfadado, porque dos de las personas que más aprecio y quiero me estaban ocultando cosas. Una actitud pueril, lo sé, pero inevitable por emocional. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo para entrometerme en vuestras cosas?... aunque Olga deberá reconocerme mi papel de alcahuete a pesar de lo mal que esto suena.
Pasados algunos años y unas cuantas anécdotas que no contaré aquí por no ser estas llamadas a cuento, acudí invitado a tu boda ya casado y te convertiste en mi hermano (suprimo expresamente lo de político por entender que entre nosotros nada de esto último existe). Desde entonces hasta ahora me has venido demostrando que sí lo eres. Y no solo porque un hijo tal vez no hubiese hecho tanto por mi padre como tú sin ser su hijo, sino por más detalles que no expondré por ser la lista demasiado extensa. Solo te citaré uno: fuiste de los primeros en acordarte de mí cuando decidí instalarme en Euskadi por un tiempo: significó mucho para mí. Sabes que por ello te estoy enormemente agradecido, como también sé de tú declinación por las gracias que consideras inmerecidas. Un gesto que engrandece más si cabe tu amistad a mis ojos.
Cuñado, hemos pasado de unas charlas rememorativas entre un agente de la ley y un adolescente enamorado, a una amistad forjada al fuego lento del respeto y los lazos familiares. Me enorgullezco de contarme entre tus amigos y de que tú cuentes entre los míos. No, no me he olvidado de ti, me sería imposible.
Feliz cumpleaños, amigo.
Atentamente,
rpm ‘21
Fornelos de Montes, maio 2021
Comentarios