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«CARTAS DESDE GALIZA»

Actualizado: 23 ene 2023


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Mi Muy Querido Hijo

El otro día, desde la distancia que hoy nos permite las nuevas tecnologías, sobre todo en el campo de la comunicación, me dabas, mejor dicho, nos dabas una noticia que a tu madre y a mí nos volcó el corazón. Por suerte, tú nos tranquilizabas quitándole hierro al asunto. Al parecer, y así tú nos lo confirmabas, la noticia en primer instante impactante, no era inquietante. Bueno, a decir verdad, no todo lo inquietante que en un principio nos pareció. Ni qué decir que confiamos plenamente en tu palabra. Como te digo a ti, a tu hermano y a tu hermana, si vosotros estáis bien, mamá y yo estamos bien.


No te escribo para hablar de esa noticia. Eso queda entre nosotros, no quisiera disparar alarmas entre aquellos que te conocen y puede que se asomen a estas pocas letras. No obstante, la experiencia te enseña que la vida no invita demasiado al optimismo, más bien al contrario. Para ello, si me lo permites y disculpando mi osadía, creo que todos deberíamos ser algo más estoicos, una filosofía que trato de asumir sin conseguirlo y que resumiría, escueta y muy someramente, de este modo: prepárate lo mejor en espera de lo peor. Como deducirás, lo difícil es prepararse. Por lo que a mí respecta puedo asegurarte que la preparación es del todo deficiente, apenas recibo una «mala noticia»– como la tuya, por ejemplo – y toda ella se viene abajo. Bien es cierto que las últimas noticias no han sido de las mejores, tú estás al corriente de todas ellas.


Creo recordar, si la memoria no me falla, que ya en alguna ocasión he hecho referencia a ello y, si mal no me equivoco, lo hice en una de estas «CARTAS». Lo que quiero decirte es que tengo la sensación, y los hechos así lo confirman que, desde que regresé de Euskadi, como un goteo, lenta y pausadamente, si quieres – eso dependerá de la apreciación del tiempo de cada cual –, pero inexorablemente, vengo acumulando, a la proporción de prácticamente una al año, noticias poco agradables, de esas que dejan huella, que te marcan y, desgraciadamente, la mayoría de ellas fatídicas. Algo con lo que tengo que vivir, como todos, y que de algún modo me atormenta. Me atormenta sobre todo en forma de preguntas, preguntas todas ellas que no tienen respuesta o, al menos, a las que yo no sé responder. Entonces buscamos en lo que no entendemos, y el tiempo es una de esas cosas: él sí que es inexorable. No sirve de consuelo, ni siquiera de explicación, pero no queda otra que admitirlo: todas esas noticias de las que te hablo tienen casi todas que ver con él.


Lo que me pasa es que me hago mayor, y al hacerse mayor a la gente le va pasando cosas como también me pasarán o me están pasando a mí. Y por desgracia, las cosas que tienen que ver con la edad, en no pocas ocasiones, suelen estar relacionadas con cosas que tienen que ver con la salud y con la misma vida. Mis padres, tus abuelos paternos, murieron porque ya tenían una edad, porque, y disculpa la expresión, les «tocaba»; tu abuela materna, la más reciente en irse, aunque relativamente joven para los tiempos que corren, murió por unos problemas de salud que con la edad fue acumulando y agravando. Todas son de recuerdo indeleble, por supuesto, pero por injustas, si así puede describirse, las que menos comprendí y todavía no comprendo fueron las de tu Tío Tito y mi primo Celso. He ahí el susto que nos diste con tu noticia: en ti el tiempo no debería todavía hacer mella. O eso al menos es lo que deseo. Te puedo asegurar que, de lo contrario, en mi caso no habría preparación que valga.


No hablemos más de cosas funestas. Tú has nacido en el mes de las celebraciones, de lo entrañable, de la luz y del amor, si quieres, así que celebremos que seguimos juntos unas navidades más aunque algunos falten, aunque sea en la distancia de cualquier índole. La que tenemos con los que faltan, resolvámosla con la fe, la que cada cual escoja, quiera o ejerza; la tuya, con respecto a la nuestra, la solucionaremos con esas nuevas tecnologías a las que me he referido al inicio de esta, pues aunque la distancia, por más que hagamos y queramos, sigue siendo la que es, los que entienden de esto dicen que aquéllas logran el milagro de acortarla. Yo, por mi parte, siempre te tengo muy cerca, pues siempre estás presente.


¡Feliz cumpleaños, Ramsés!


Tu padre y tu madre que te quieren y no te olvidan.


rpm'22


Fornelos de Montes, decembro 2022.

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