«CARTAS DESDE GALIZA»
- RUBENS PINTOS MARTÍNEZ
- 4 may 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 feb 2023

Mi Muy Amigo Mío.
Te felicitaba por tu aniversario y tú, a tu manera, me lo agradecías enviándome una foto de «tu higuera»; bueno, de una de ellas. La fotografía, además de mostrar la de higos que porta la higuera, venía acompañada de un texto que cito literalmente: «Me hace ilusión, siempre estará, para que me recuerden». Es cierto, la higuera probablemente te sobrevivirá. Como a todos, supongo. Pero lo que no logrará es sustituirte: tú siempre serás el recuerdo y, en mi caso, de los buenos. De esos que perduraran aunque tú y la higuera me sobreviváis.
Dicen que para recordar a alguien hay que asociar a ese alguien con algún hecho, situación u objeto. Tú ya lo tienes: siempre te recordaré como una higuera de profundas raíces que arraigaron hondamente en mí. Las raíces de la amistad, amigo mío, que, por más que en ellas se quiera escarbar nadie ni nada conseguirá desarraigar; además, en lo que a nosotros se refiere, aquéllas se refuerzan en lazos familiares. Unos lazos que se cimentaron, no en el hecho político, sino en la unión de una verdadera hermandad. Que seas el esposo de mi hermana es simple accidente, casualidad; que seas mi «hermano» es lo que de verdad me importa.
Así que, a partir de hoy, la higuera será mi amiga porque será el recuerdo de mi amigo y, a los amigos, jamás se les olvida. En ella, en cada uno de sus brevas, depositaré todos nuestros recuerdos y, cuando maduren y se conviertan en higos, me los comeré a bocados recordándote. Bien me conoces para saber que no me gustan los higos, pero tú, que tanto aprecias su sabor, me aseguras lo deliciosos que son, que pocas frutas son tan dulces. Son, entonces, como nuestros recuerdos: ninguno es amargo y eso me basta para engullírmelos y disfrutarlos. De ese modo, amigo mío, quiero recordarte: por ejemplo, viéndote llevar a mi padre, tal como le prometieras, los primeros higos de tu amada higuera, o la cara que pusiste cuando a la que «tenemos a medias» casi le sesgué la vida cuando apenas empezaba a asomar su ramitas. Eres un sentimental, amigo mío; tal vez por ello es por lo que tanto te estimo.
¡Ah!, una cosa, tendrás que enseñarme a cuidarla, a podarla como tú sabes, a regarla cuando toca, a recogerle sus frutos con mimo … pues no te es desconocido lo despistado que soy con todo, y no siempre el cuidado es lo que mejor cuido. Y para cuando haya aprendido, con lo que yo tardo en aprender, ella ya se habrá convertido en una dama y, a su sombra, tú y yo, nos sentaremos y, como viejos amigos, recordaremos las charlas que tantas veces mantuvimos en las que en poco menos que un pispás arreglábamos el mundo.
Como has podido deducir, la pomología no es mi fuerte, así que dejaré de hablar de higos y de higueras y de sus cuidados. Tampoco es que sea demasiado versado en amistad, pero me basta con saber que me cuentas entre tus amigos, y los amigos se recuerdan unos a otros, y hoy, día de tu aniversario, me acordé de ti: ¡Felicidades, amigo!
Vuela, vuela palomita,
Pósate en aquella higuera
Que es la higuera de mi amigo,
La del amigo del recuerdo.
Los recuerdos son para siempre, amigo, y sobrevivirán a la higuera.
rpm ‘22
Fornelos de Montes, mayo 2022.
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