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«CARTAS DESDE GALIZA»

Actualizado: 18 feb 2023


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Mi Muy Querida hija.


En la última «CARTAS DESDE GALIZA» que le escribía a tu hermano Bruno, le decía que por fin ya habíamos dejado el año 2020 atrás. Un año para olvidar, según el sentir general; el mismo que empezó apenas tú te ibas después de tu breve visita por estas tierras y que me dejaba huérfano de tu compañía. Si mal no recuerdo, creo que te dije entonces que las inclemencias meteorológicas no eran lo suficientemente fuertes como para privarnos de nuestra mutua compañía. Sé que la distancia es uno de los motivos, pero esta siempre es salvable. Si no hubiese sido por este maldito «coronavirus» … esto también le decía a tu hermano: lo que peor he llevado de este año de movilidad reducida, es el no haber podido estar más con los míos.


Hay quienes creen y hasta piensan que esa falta de contacto puede suplirse con las nuevas tecnologías, que hoy no existen las distancias, que se siente solo quien así se lo crea. Pues yo discrepo, y hace ya un tiempo que vengo afirmando que en la era de las comunicaciones se está más solo que nunca, y para ello me remito al mismo ejemplo que siempre esgrimo: es cuestión de observación y pasarse por las distintas redes sociales de la rede de redes para darse cuenta de ello. Yo prefiero la relación de siempre, el contacto de siempre, el físico: el virtual no es más que un sucedáneo y yo necesito querer poder palpar, a pisar citando al maestro Serrat. No te quepa la menor duda que lo ahora te estoy escribiendo me satisfaría mucho más si pudiera decírtelo de viva voz o, cuando menos, poder leértelo tal como lo hiciera con mi última misiva dirigida a ti hace hoy un año.


Habrá que recargar las baterías de la paciencia y esperar a que esta pesadilla se disipe y nos permita volver a la normalidad. Y no a la «nueva», como algunos apuntan, pues la normalidad nada tiene que ver con lo nuevo o lo viejo. Es un poco como eso del «tiempo real», ¿desde cuándo el tiempo dejó de ser real? Tal vez sea porque los más esperanzados crean que algo hemos aprendido y que, superada esta crisis, algunos comportamientos cambien. Puedes tacharme de pesimista, si quieres, pero yo llevo toda la vida esperando esos cambios y nada ha cambiado. Todo sigue igual, ni siquiera el «coronavirus» no hizo cambiar. Fíjate, sino, en los comportamientos de hoy en día, ¿dónde percibes el cambio? Somos seres humanos y como tales animales de costumbres, nos cuesta un mundo cambiar, como para hablar de la asunción de una «nueva normalidad». A lo que me aferro, por ser entre otras cosas mucho más probable, es a la esperanza de poder volver a verte y hablar cara a cara después de los besos y abrazos de rigor. No hay nada como la autenticidad.


Con esa espera me despido, porque para serte sincero no encuentro entre tanto impedimento las palabras para que este soliloquio en la distancia te pueda transmitir todo cuanto quisiera decirte. En fin, puede que tengamos que esperar un año más, mientras, recibe de tu padre – tu madre me susurra que también se apunta – una afectuoso, ¡feliz cumpleaños!


Como siempre suelo rematar estas cartas últimamente, no me hagas mucho caso ya que por más que la distancia, el tiempo y los virus nos quieran separar, no podrán: el amor es mucho más fuerte que todos ellos.


Tu padre y tu madre que te quieren y no te olvidan.


rpm ‘21

Fornelos de Montes, marzo 2021.

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