«CARTAS DESDE GALIZA»
- RUBENS PINTOS MARTÍNEZ
- 13 abr 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: hace 6 días
Mi Muy Señora Mía.
Mil novecentos noventa e nove
e semella que choven
as lembranzas que non se moven,
namentres o meu corazón sinte
o que a miña mente retén
daquel ano setenta e nove.
[…]
Así comienza lo que en su día pretendí fuera un poema que evocara nuestro comienzo. Un comienzo que se remonta al ya remoto – o esa sensación me da – año setenta y nueve. El pasado día dieciocho de marzo cumplió su cuarenta aniversario. Tenía que haberte escrito algo, y no trataré de disculparme peregrinamente a estas alturas de curso. Sírvase, pues, estas pocas líneas como compensación.
En todo aniversario es inevitable hacer referencias al tiempo, va implícito, intrínseca y semánticamente en la misma palabra. Por ello, siempre que alguno de ellos celebremos, nos obligamos a recordar con mirada nostálgica, a materializar como dogma la máxima de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Como bien Usted conoce, me reconozco un nostálgico, si bien, no por ello no sé apreciar el presente; al fin y al cabo, este es fruto de aquel.
[...]
semella que choven / as lembranzas que non se moven
[...]
Así es, una lluvia incesante de recuerdos se fijan en mi memoria al recordar ese ya lejano año setenta y nueve. Lo vivido juntos con todo cuanto nos rodeó, ese nosotros y nuestras circunstancias. Y no solo las referidas a las más cercanas e íntimas, esas pequeñas cosas que conforman la vida en común, sino también los, y permítame el vocablo, macro-acontecimientos. Lo que la historia, Mi Señora, nos deparó o, tal vez, nos tenía reservado. Por citar alguno de esos macro-acontecimientos, sin pretender caer en el tedio, a la generación de la que Usted y yo formamos parte, le ha tocado vivir el fin del franquismo, la transición, la entrada en Europa, un cambio de moneda y el principio del denominado cambio climático. Esto en cuanto a lo tangible. En lo intangible, y por lo tanto más sujeto a la interpretación de la opinión y, por consiguiente, a la subjetividad, quisiera, si me lo permite, aportar mi pequeña versión.
Es evidente que los tiempos han cambiado, los hechos así lo confirman. No juzgaré si para bien o para mal, ¿quién soy yo para juzgar nada? Sin embargo, tengo la impresión de que de joven se parte equivocadamente del convencimiento absoluto de nuestras creencias para ir, con el tiempo, moderando según vamos cumpliendo años: lo absoluto torna a relativo. Cualquier generación cree haber inventado, creado un nuevo mundo, una nueva percepción, un nuevo pensamiento en contraposición a la anterior. La nuestra no fue una excepción. Creímos ser diferentes y, lo que es más osado, mejores. Lo nuestro, por ejemplo, Mi Señora, fue la historia de amor más grande jamás vivida. Y no negaré que así ha sido, porque de esta forma Usted y yo lo creemos, y no seré yo quien pierda la fe. Sin embargo, convendrá conmigo, que historias como la nuestra son bastante comunes, que no iguales. He ahí la diferencia y lo que las hace a todas y cada una de ellas distintas, propias, intransferibles. Son historias de amor, y en el amor cabe mucho.
En los años sesenta, por citar un ejemplo, se habló del amor libre; nosotros – y más en este país – quisimos ser sus paladines. Hoy, a eso, lo llaman poliamor. Una palabra presuntamente de nuevo cuño que nos pretende hacer entender que el amor puede y es plural, como si hasta ahora no se supiese. Sinceramente, Amor Mío, creo que la falta de concreción en las definiciones son las que llevan inevitablemente a la confusión. Establecer como sinónimos amor y sexo es un craso error, y no digo nada nuevo, ni que se sepa si así lo expongo. Sin embargo, tengo la impresión de que así ocurre. A qué se refiere el poliamor, ¿a amar a varias personas a la vez o, según he podido escuchar, a mantener relaciones con varias personas al mismo tiempo? Estupefacto, hay quien afirma que a eso se le llama libertad. Yo, por mi parte, pienso que amar a varias personas a la vez siempre se ha hecho; si no cómo explicar lo nuestro o lo de cada padre y cada madre, lo de cada hija y cada hijo, lo de, en definitiva, cada uno y una de todas y todos de nosotros. En cuanto a lo de mantener relaciones con varias personas a la vez ya se inventó con el amor libre, además de depender de a qué tipo de relaciones nos estamos refiriendo. Sé que, al leer esto, un bosquejo de sonrisa asomará a la comisura de sus labios: ¿qué van a enseñarnos los inventores de diseño del poliamor? La libertad, nada tiene que ver con ello. Esta, si le apetece, la dejaremos para otro día.
No me extenderé más, Mi Señora, bastante la he aburrido ya con mi cháchara sin fundamento. Sé que sabrá disculparme. Déjeme, para finalizar, hacerla cómplice de nuestro amor que, poli o no, sigue intacto y en aumento, que es lo que en verdad importa.
Sin otro particular, no quisiera desaprovechar la ocasión para felicitarle por su cumpleaños, que ha sido, en resumidas cuentas, la verdadera razón que me impulsó a entintar negro sobre blanco, lo que espero sea de su agrado.
[…]
Cariño? Vai ficando lonxe o setenta e nove.
Verdade?
¡Felicidades, amor mío!
rpm’19
Fornelos de Montes, abril 2019.
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