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«CARTAS DESDE GALIZA»

Actualizado: hace 6 días



Mi Muy Querida Hija.

Ojalá fuera Superman y, con mis superpoderes, como el Superhéroe del cómic lo hiciera para salvar a su amada Lois Lane, rotar la tierra en sentido contrario para retroceder en el tiempo y recuperar todo cuanto del mismo no pude ni supe dedicar a lo que de verdad importa, que sois vosotros. Ojalá fuera Superman, el Superhéroe que a nadie defrauda, para no haberos fallado tanto. Ojalá fuera Superman, el que todo lo sabe y ve, y haber estado allí en todos esos momentos que más me necesitabais. Ojalá fuera Superman, el protector de todos, y haberos podido evitar tantos sinsabores. Ojalá fuera Superman, el más paternalista, para poder haber sido el mejor de los padres.

Pero no lo soy, solo soy tu padre; un ser imperfecto que intenta lo que él entiende es ser un buen padre. No el mejor, porque es una quimera a la que todos nos sumamos y ninguno alcanzamos. Ni siquiera ser un espejo en el que mirarse, porque sería demasiado presuntuoso querer imitar a los dioses, porque con uno como yo ya es suficiente, porque creo en la diversidad y no en la predeterminación. Tampoco soy guía para nadie, porque siempre abogué por que cada cual trace su propio camino. En cuanto al ejemplo, solo los originales son los que permanecen, porque las copias no son más que lo que son. Por todo ello y por mucho más no soy Superman, porque él es un hombre de acero que no llora al ser elogiado y acepta las alabanzas como parte de su merecimiento. No soy Superman, porque soy imperfecto, porque soy humano, porque un superhéroe de ficción jamás sustituirá a un padre que de verdad se sienta padre. Y mejor así, ¿no crees?

Cuando leí lo que tu hermano me dedicaba por el día de mi cumpleaños, toda mi fachada de superhéroe se desmoronó, y los lagrimales, en el que yo quise ver un acto totalmente involuntario, se vieron desbordados por lo que se supone deben producir. Lo peor de todo, es cuando actos como estos se intentan reprimir y el nudo en la garganta se hace tan intenso que difícilmente controlamos el dolor. Entonces, crees que lo peor ya ha pasado, hasta que lees lo que tu hija te tenía reservado desde hacía tiempo, y el nudo en la garganta va extendiéndose hasta anudarte el pecho al punto de asfixia. Y es curioso, el dolor no es efecto directo de la desdicha, sino de la dicha más completa que uno pueda padecer, porque tal cúmulo de felicidad no se experimenta, se padece. ¿Ves cómo no soy Superman?

No es la primera vez que me dedicáis palabras por el estilo, que son, al menos para quien esto suscribe, desproporcionadas e inmerecidas. Tal vez tú creas que no, teniendo en cuenta como me tienes como Superman, por ello, y si me lo permites, dejaré volar mi imaginación, y que tú lo hagas conmigo, y jugaremos a que yo soy tu superhéroe quien de todo te protege, que te guía y aparta de las injusticias; pero, sobre todo, imaginaremos que soy un superhéroe atípico que te ama como nadie nunca jamás te amó, te ama y te amará en todo el universo. Este ha sido mi verdadera fuente de energía, la fuerza con la siempre os he querido conquistar: la fuerza del amor. No hay nada más grande, te lo aseguro, hija; y si algún día, disculpando mi falta de modestia, quieres llegar a ser una superheroína, no busques otra forma de serlo, nada puede más que el amor.

Tenía preparada otro tipo de composición, algo con más contenido, más racional, si es que en mí cabe, pero me he dejado arrastrar por las simplezas de los recovecos emocionales y me salió lo que estás leyendo. Y como todas estas cartas, unas más racionales que otras, esta no es más que una excusa para felicitarte por tu cumpleaños; unas felicitaciones que, como siempre, salen de las más superprofundidades de mi corazón. Así como todo superhéroe tiene su krytonita, este corazón que te ofrezco carece de cualquier punto débil y jamás se detendrá en el amor que te profesa.

Tu padre y tu madre - que por encima de mi hombro esto lee -, que te quieren.

rpm’19

Fornelos de Montes, marzo 2019


P.D.: - Soy plenamente consciente de mi retraso en la felicitación, pero a Superman, intemporal como es, bien se le puede perdonar nimiedades de esta índole.

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